13 febrero 2006

Las antípodas

Desde hace algunos días es posible observar el repliegue progresivo de las fuerzas sonoras que han mantenido sitiada nuestra plaza de Lavapiés. Las concejalías que velan por nuestro bienestar señalan que las obras de remodelación del Metro están próximas a concluir, al menos durante esta etapa. Sin embargo, cada día somos más los ciudadanos que estamos convencidos que aquí debe haber gato encerrado. Años de trabajo sólo han servido para cambiar la entrada del Metro, pintar los andenes y dotar a la estación de un par de tubos fluorescentes adicionales. ¿Qué oscuros motivos se esconden detrás de todo esto? Lo desconozco, pero creo he encontrado algo que puede servir para que gente con mejores capacidades que las mías pueda seguir investigando.

Esta imagen satelital (tomada de Google Earth) muestra la plaza de Lavapiés antes de que comenzaran las obras.



Un hipotético agujero trazado en línea recta tendría salida en un punto que, gracias a las coordenadas que aparecen en la parte inferior de la imagen, podemos localizar con relativa sencillez (basta con invertir la latitud y restar la longitud a 180º). Introduciendo esas coordenadas podremos visualizar las antípodas de nuestra célebre plaza. Aquí las tenéis:



En nuestro punto más distante se distingue un claro hundimiento del terreno que podría haber sido generado por la mano del hombre. Las conclusiones a las que he llegado son impactantes: las obras del Metro están enmascarando un intrigante proyecto para unirnos con Nueva Zelanda. Los medios técnicos implicados en la presunta renovación de los andenes así como los plazos de ejecución de estas obras sólo pueden confirmar esta hipótesis.

Pero, ¿por qué Lavapiés y no California o Cambridge? ¿Qué factores justifican que tengamos el honor de albergar uno de los proyectos de ingeniería más ambiciosos de la historia de la humanidad? Julio Verne localizó una posible vía de acceso al centro de la Tierra en la lejana Islandia, pero cometió un error al resolver el complejo problema del regreso sometiendo a los personajes de su novela a un poco creíble impulso de origen volcánico. Lo razonable hubiera sido que la expedición encontrara la salida en las mismas antípodas, no al pié del Stromboli. Al fin y al cabo la distancia recorrida para llegar al centro de la Tierra y regresar a cualquier punto de su superficie equivale al diámetro terrestre; es decir, la misma separación entre el punto de origen y sus antípodas. Sin embargo, este recorrido tendría una ventaja adicional: parte del impulso de la caída se podría aprovechar para comenzar a subir por la otra mitad una vez superado el centro.

¿Por qué entonces no finalizó su relato de esta forma?, la respuesta es siemple: porque su punto de salida se encuentra en medio del océano. Y esa es precisamente la clave para justificar la elección de Lavapiés; la mayoría de los grandes centros de poder tienen sus antípodas en el mar. Ni Estados Unidos ni el resto de Europa podrían embarcarse en un proyecto de estas características. Es cierto que algunas ciudades Latinoamericanas pueden estar realizando proyectos similares para unirse con el continente asiático (Buenos Aires lo podría hacer con Shangai). Pero es probable que obras de esta embergadura estén detenidas como consecuencia de las dificultades de acceso a los mercados financieros. ¿Qué países más ricos que España y Nueva Zelanda, ambos miembros de la OCDE, podrían embarcarse en semejante experimento?

La selección de Lavapiés es además lógica si se tienen en cuenta dos ventajas adicionales de nuestro barrio. Por un lado, gracias a estar emplazados en medio de una ciudad es posible trabajar burlando la vigilancia de los satélites espías franceses. Por otro, el gobierno no podría encontrar mejor sitio para evitar el rechazo que unas obras de estas características ocasionarían en localizaciones más prósperas: nuestra capacidad de tolerancia es mucho más alta que, por ejemplo, la de los vecinos del barrio de Salamanca o Retiro.

A mí modo de ver los objetivos que se esconden detrás de esta faraónica empresa están igualmente claros. Las inquietudes científicas de nuestros gobernantes no son muy diferentes a las del resto de los primates de las selvas de Borneo. Por eso una posible vinculación entre progreso y política puede ser desechada de inmediato por disparatada. La experiencia nos demuestra que cada vez que se mueve una excavadora el combustible que la impulsa se llama especulación. De todos es conocido que las plusvalías urbanisticas necesitan estar en continúo movimiento, sólo un proyecto de este tipo es capaz de mantener asegurada la demanda en el sector de la construcción.

Por último, sólo resta señalar las causas que podrían haber inclinado a los maoríes a prestarse a algo así. La localidad más próxima al punto de salida de la estación de Lavapiés se llama Palmerston, fijaos en la información que he encontrado sobre ella:

"There is a lot of wind, especially in spring. It currently has the largest electricity generating wind farms in the Southern Hemisphere with 158 turbines providing power for 90'000 homes on the nearby Taraua and Ruahine ranges"

Pues bien, en el hemisferio Norte el mayor productor de energía eólica es Alemania, ¿os imagináis el nombre del segundo que además es el único cuyas antípodas caen en tierra firme? Nuestros 405 parques eólicos justifican que Nueva Zelanda esté interesada en acceder a nuestra tecnología de turbinas. ¿No haría la vista gorda si intentaramos colarnos desde las antípodas?





3 Comments:

At dom feb 19, 11:35:00 a. m., Blogger salitre said...

Es sencillo, en Google Earth localizas Bilbao y apuntas las coordenadas del punto que quieras antipodizar. La latitud la conservas sólo tienes que poner en vez de Norte, Sur. La longitud es un poco más complicada, a 180º debes restarle la de Bilbao. Ten en cuenta que los ángulos vienen expresados en base sexagesimal. O lo que es lo mismo no puedes tener nunca más de 60 minutos o segundos de grado. Para ello un truco: pon 179:59:59:60 y resta normalmente.

 
At mar feb 21, 01:05:00 p. m., Blogger Ricardo Yustes Palacios said...

Impresionante post. Una vez que estuve en Madrid, me alojé en un hostal cercano a la plaza de lavapiés. Me di cuenta que habian muchísimos extranjeros. Quizás todos ellos hayan salido por ese agujero. O quizás haya muchos mas agujeros de ese tipo interconexionados. Permitiendo una multiracialidad y multiculturalidad que no se conseguiría con los medios de transporte convencionales.

 
At mar feb 21, 09:06:00 p. m., Blogger salitre said...

Muy interesante tu enfoque. Con esto explicaríamos los motivos por los que casi todas las verdulerías del barrio están dirigidas por vecinos originarios de Bangladesh. Sino existen vuelos directos entre España y este país ¿de qué otro modo llegan hasta aquí? ¿cómo consiguen traer productos frescos de Asia?

 

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