05 julio 2006

De aficiones

Con la misma pasión con la que otros disecan mariposas, almacenan discos o clasifican sellos, yo recopilo edictos publicados en los distintos Boletines Oficiales. Comencé a desarrollar esta afición de manera fortuita durante mis años de estudiante. Asiduo oyente de los programas nocturnos de Radio3 recuerdo el sobresalto que me producía la voz de ultratumba del locutor que a eso de las cinco irrumpía leyendo edictos y anuncios un tanto macabros: “por asuntos familiares urgentes se necesita localizar el paradero de,…”.

Fue mi primer contacto con este singular mundo. Luego vendrían mis primeras lecturas furtivas del BOE en la biblioteca de la universidad (siempre había un ejemplar junto a mi sitio habitual), el descubrimiento que en mi trabajo también se recibían, las visitas a su página web,…

La frecuente revisión de sentencias y requisitorias ha despertado mi admiración por el descomunal trabajo desarrollado por nuestros magistrados. La calidad de muchos de sus textos (recomiendo la lectura de los hechos probados y del fallo de cualquier sentencia) debería avergonzar a los que tienen en la literatura su profesión. Sólo me resultan aburridos los anuncios de los Juzgados de lo Mercantil, las requisitorias de los Juzgados militares no están mal para conocer la evolución del número de desertores pero por lo demás son siempre iguales. También reviso aunque con menos frecuencia los que publican las universidades cada vez que alguien pierde el título (¿por qué los biólogos son tan propensos a hacerlo?)