17 abril 2006

Mis botas

La posesión de elementos de transporte autopropulsados nunca ha formado parte de mis aspiraciones personales. Mis botas me proporcionan la satisfacción que otros dicen encontrar en los cilindros.


En unos meses cumpliremos cinco veranos juntos, es decir el equivalente en años de bota a ochenta y seis de los nuestros. Los tres somos conscientes de que pronto tendremos que separarnos, así que ahora que todavía me acompañáis quería dedicaros este pequeño homenaje.

Por que con vosotras escalé glaciares en la Patagonia, me guiasteis en Tierra del Fuego, me apoyasteis en Buenos Aires, Salta y Dublin. Nunca me dejasteis tirado en Venecia, Milán, Florencia, Paraguay, Trujillo, las dos Córdobas, París, Londres o Roma. Por que me llevasteis a ver el mar en Asturias, Santander, Bilbao, Puerto Madryn, y Guardamar. Juntos vivimos días muy felices en Medinaceli y Sigüenza, también en Segovia y en Bariloche. Subisteis con la misma determinación la Torre Eiffel o la Cúpula del Vaticano que las calles de Lavapiés. Me acompañasteis en interminables juergas y en aquellos otros momentos que no fueron tan alegres. Por supuesto, también me ayudasteis a caminar con dignidad los más de mil kilómetros que hicimos juntos en los Caminos que llevan a Santiago. Os debo un montón de viajes, a Barcelona, Nueva York y Rusia. Se que tenéis ganas de venir conmigo a visitar nuestras antípodas; prometo que iremos si me aguantáis un poco más.