27 agosto 2009

Bending (doblando)


Lo que ocurre en España con el doblaje de películas y series extranjeras constituye un buen ejemplo sobre la estrategia mayoritaria de adaptación a la diversidad lingüística.

La costumbre del doblaje hunde sus raíces en el período franquista aunque por lo que parece tuvo también precedentes en períodos anteriores. Lo cierto es que en el contexto en el que se establecieron las primeras normas, la idea del doblaje pudo incluso llegar a tener sentido: con una oferta audiovisual más bien reducida, con las dificultades técnicas propias de la época, con un elevado nivel de analfabetismo y una sociedad educada en la autarquía es probable que la opción fuese la menos mala. Resulta menos comprensible que hoy, una vez se han superado esos condicionantes, la actitud mayoritaria frente al doblaje sea exactamente la misma.

Cualquier debate sobre esta práctica anacrónica acabará de algún modo incidiendo en alguno de estos argumentos:

1. Imposibilidad técnica: O se ve la película o se leen los subtítulos; ambas tareas son sincrónicamente incompatibles. Además resulta inviable disponer de subtítulos que recojan todo el diálogo de una película, de hacerlo irían tan rápido que no podrían leerse.
2. Orgullo patrio: España cuenta con los mejores dobladores del planeta (¿?). Incluso en algunos casos su calidad supera a la de los actores originales.
3. Derechos inalienables: Mi abuela tiene derecho a ver las películas en castellano por lo que si se doblan la estamos limitando sus alternativas de ocio.

Es decir, la defensa habitual emplea argumentos que serían quizás más esperables en un grupo disperso de ganaderos trashumantes nepalíes que en una sociedad que reclama su pertenencia al grupo de los países culturalmente avanzados. Durante la parte de mi infancia que viví en Argentina no tuve el menor problema a la hora de disfrutar de películas subtituladas fueran estas francesas, italianas o de Estados Unidos. Hoy las raras veces que voy al cine lo hago en salas de versión original, las series y películas que veo en mi ordenador llevan sus correspondientes archivos de subtítulos, televisión, desde hace diez años, no tengo.

Esta singular actitud de rechazo hacia lo original no sólo ha privado a sectores muy amplios de la población de un acceso en condiciones a la cultura. También es en parte responsable de las incapacidad local para entender otras lenguas.

(por cierto, la televisión nepalí subtitula)