16 enero 2009

Fosilizarse: una alternativa al alcance de todos

Seamos realistas, las diferentes variedades de organismos vivos tienen una contrastada capacidad para extinguirse. Más tarde o más temprano nuestra especie acabará desapareciendo y, tal como ha venido ocurriendo hasta ahora, los restos fosilizados serán una magnífica referencia que tendrán de nosotros los que nos contemplen dentro de 100 millones de años.

Sacando ideas para fosilizarme

Paleontólogos de todo el planeta dedican acaloradas discusiones a debatir si un par de huesos mal conservados proceden o no de seres con los que compartimos un origen evolutivo común. Nuestros antecesores, la verdad sea dicha, se han comportado de un modo más bien egoísta al no tomar las precauciones necesarias para fosilizarse en condiciones. Estoy convencido de que esto puede cambiar. Hoy, afortunadamente, tenemos al alcance de nuestras manos la posibilidad de evitar la humillación de que en próximas eras geológicas nos clasifiquen como reptiles, nos confundan con animales acuáticos o sostengan que en nuestra civilización fuimos sometidos por los apestosos Neandertales.

Si bien viable, el proceso de fosilización es ante todo complejo. En esencia necesitamos dos cosas: la primera evitar a toda costa que una vez muertos la naturaleza nos recicle con demasiada rapidez: de quedar al descubierto, en menos de tres semanas el cadáver de un gorila acaba convertido, con suerte, en unas cuantas astillas de huesos inservibles. Este requisito, siempre que se tomen un mínimo de precauciones (no fallezcáis en alta mar) no resulta demasiado problemático de cumplir.

La segunda y quizás más importante decisión sea elegir el lugar adecuado para fosilizarse. Y aquí hay opciones para todos los gustos: para quien prefiera durar menos tiempo pero mejor conservado la opción más indicada es elegir un entorno próximo a los polos, las montañas pueden funcionar durante algunos miles de años pero el proceso de erosión acabará arruinando las expectativas más entusiastas.

Los más ambiciosos, los que quieran contar con opciones para formar parte del catálogo de un futuro Museo de Historia Natural deben elegir muy bien tanto su emplazamiento como sobre todo el tipo de suelo en que serán descubiertos. Cuando se piensa en millones de años hay que considerar que los continentes se moverán, las montañas se hundirán, los ríos cambiarán su curso, determinadas áreas quedarán bajo el mar,... Sería lamentable que tras resistir varios millones de años poco antes de que nos encuentren, acabemos en las profundidades marinas mezclados con los restos de algún trilobite.

Salvo en raras excepciones el proceso de fosilización comienza a partir de la desaparición de las partes blandas y el relleno de los huecos por el sedimento que lo rodea. En ese momento empiezan a producirse una serie de transformación químicas que poco a poco van remplazando los compuestos orgánicos por esos restos de minerales. Esa transformación debe realizarse molécula a molécula durante un período de tiempo muy largo de forma que al final del proceso el organismo quede completamente mineralizado o para que nos entendamos convertido en piedra.

Por eso es tan relevante elegir el tipo de suelo adecuado. Sino queréis acabar disueltos en poco tiempo, evitad aquellos muy ácidos, como por ejemplo los que se dan en ambientes selváticos. Mi recomendación al respecto es elegir un suelo de limo como aquellos que pueden encontrarse cerca de los cauces de los ríos. De manera alternativa las zonas formadas por cenizas volcánicas constituyen una opción también adecuada siempre y cuando os aseguréis de que el volcán en cuestión no entre en erupción demasiado cerca de vosotros.

Por último mi consejo final es que intentéis extinguiros con dignidad, que los que os acaben encontrando no piensen que no lo habéis pasado bien.

Como se demuestra en esta foto lo propio de los homínidos es tener pelo

15 enero 2009

Foro de economía

En épocas de prosperidad los economistas sólo servimos para dibujar gráficas. Sin embargo, cuando éstas empiezan a apuntar hacia abajo muchos se acuerdan de nosotros y comienzan a exigirnos no sólo explicaciones sino propuestas concretas para revertir de inmediato la situación. Consciente de ese reclamo, aquí van las mías.

Ciudadano víctima de la crisis y del cambio climático.

¿A medio plazo bajará la vivienda?

Técnicamente lo veo muy difícil aunque con matices. Hundir una ciudad, aunque sea solo un par de metros, tiene un coste que ni ayuntamientos como el de Madrid se podrían permitir sin recurrir a bombardeos selectivos. No obstante, cabe todavía la posibilidad que los propietarios más emprendedores opten por reducir la altura de los techos de manera que al bajar las viviendas sea viable insertar nuevos espacios habitacionales donde antes había uno solo.

Tras el desplome del IBEX en 2008 ¿debemos seguir invirtiendo en bolsa?

En el Lidl de Tirso de Molina además de las bolsas de plástico tradicionales se venden por 1€ unas fabricadas en tela. Este material, perfectamente lavable permite un transporte ambientalmente más responsable de nuestros suministros básicos. A un precio de salida tan conveniente me atrevo a pronosticar que en un plazo no superior a los 50 años la bolsa podrá ser vendida a algún coleccionista por al menos el doble de su valor actual.

¿El cambio climático tendrá alguna repercusión en nuestros bolsillos?

Los ambientalistas han exagerado mucho en este asunto. La desertificación se traducirá más tarde o más temprano en un crecimiento de la prosperidad. Cualquiera con capacidad para interpretar un mapa se habrá dado cuenta que en los países con mayores reservas de petróleo apenas se registran precipitaciones ni hay vegetación. Una vez que nuestras condiciones climáticas se asemejen a las de los desiertos de la península Arábiga, de aquí abajo comenzará a salir petróleo como para que usted y yo nos olvidemos de la extinción de algunas especies que de todas formas no estaban aportándonos nada.


¿Una mayor inversión en capital humano traerá más prosperidad?

Sin duda. Ahora más que nunca nuestra sociedad necesita el impulso de gente capacitada para traducir textos bíblicos, diseñar polímeros o resolver complejas ecuaciones para dar un servicio más eficiente a los clientes de los restaurantes de comida rápida.

¿Qué medidas son necesarias para conseguir una sociedad más igualitaria?

En el año 2009 cuesta sostener que la distribución social del patrimonio de un país guarde la más mínima relación con la capacidad de los individuos o con su escasa aversión personal al esfuerzo. Las reglas del reparto son tan poco claras que lo mejor remplazarlas cuanto antes. Como no podemos cambiar todo de golpe mi propuesta es mantener la desigualdad pero al menos haciendo que sus reglas sean menos arbitrarias. Para ello propongo que todos los ciudadanos sean forzados a intercambiar sus bienes con alguien escogido al azar.

¿Qué medidas debe tomar nuestro gobierno para reducir las tasas de inflación que tanto dañan nuestra competitividad?


La solución afortunadamente es sencilla y puede implementarse de inmediato. Como bien ha demostrado la escuela monetarista en una economía el ritmo de crecimiento de los precios es función de la cantidad de dinero en circulación y de la velocidad con la que éste cambia de manos. Es decir, la inflación crece cuando los consumidores disponen de demasiado dinero para gastar. Por ello, si queremos dejar el IPC en cifras próximas a cero será suficiente con reducir los salarios a la mitad.

¿Qué medidas son las más adecuadas para reducir el paro?

La tasa de paro mide la cantidad de individuos que aún deseando trabajar no encuentran empleo. Y es ahí mismo, en la definición, donde está la solución: nuestro gobierno debe realizar de manera urgente campañas de divulgación que desincentiven el que la gente quiera trabajar.


Por último ¿cómo debemos afrontar la crisis?

Ante todo con dignidad. Tendemos a pasar por alto que lo relevante de las magnitudes económicas no son sus valores absolutos sino los que nos permiten relacionarlos a su vez con otros valores. Es decir, que la contabilidad nacional refleje un PIB de 6 billones o de 60 no nos indica prácticamente nada, para entender las cifras necesitamos poder compararlas con algo y lo que habitualmente hacemos es referirlas a períodos anteriores. Decimos que hay crisis simplemente por que nuestro Producto Interior Bruto es menor que el de otros años. Sin embargo, este enfoque no es siempre el más adecuado para interpretar la realidad ya que nos condena a mirar continuamente al pasado.

Debemos dar más importancia a la evolución de nuestra economía no en un marco temporal sino geográfico: en vez de comparar nuestra economía con su situación hace unos años debemos hacerlo mirando hacia nuestro entorno. Por ello si la economía del resto de países lo hace peor que la nuestra no podemos seguir manteniendo la idea de que estemos en crisis. Lógicamente podemos actuar creciendo por nuestra cuenta o haciendo que el resto de países se hundan más que nosotros.

Y es aquí donde debemos centrar nuestra estrategia, en la exportación de nuestra envidiable capacidad para generar modelos de crecimiento inviables. Infiltrando a nuestros asesores en aquellos países que nos están sacando ventaja podremos hundirles en la miseria más absoluta. Si nuestro PIB cae digamos que un 3% y el de los alemanes y franceses un 18% en realidad nadie pensaría que la crisis sea algo serio.