Yo, adquiriendo
Partiendo de los índices nacionales de subclase, he calculado el impacto del incremento de precios ajustándolo a mi patrón de consumo. Para ello he tomado cada uno de sus 117 grupos de artículos, he distribuido la parte de mi renta dedicada a su adquisición y he transformado los datos obtenidos en porcentajes relativos. A continuación los he multiplicado por las respectivas variaciones de precios señaladas en la encuesta del INE.
Mi IPC en realidad subió un 3,2%. Las partidas con una influencia más negativa en mi indicador son las que corresponden a:
1. Hoteles: 0,17%
2. Servicios para la conservación de la vivienda: 0,26%
3. Servicios financieros: 0,295%
4. Restaurantes bares y cafeterías: 0,49%
5. Transporte aéreo: 1,54%
Es decir, casi la mitad del incremento de mi IPC guarda relación con el encarecimiento de los billetes de avión. Los equipos informáticos (-0,56%), los fotográficos y cinematográficos (-0,11%) y los de imagen y sonido (-0,11%) contribuyen a compensar parcialmente estas subidas. A pesar de ello, la mayor parte de la inmunización lograda obedece al hecho de que no dispongo de vehículo propio.
Estos datos me permiten analizar lo ocurrido en el último año. No obstante, el panorama para los próximos meses no es tan alentador; la subida del Euribor ha supuesto un incremento en mi hipoteca (cuya cuota se revisó en Junio) que podría costarme casi seis décimas. La subida de los precios del petróleo supone un riesgo adicional por su influencia en el precio del transporte aéreo.
Me ha producido una enorme alivio comprobar que los fuertes incrementos en los precios de las
“Patatas y sus preparados” (un 21,4% desde el comienzo de año) me resultan indiferentes y que mientras que la ropa interior femenina suben un 6%, la masculina desciende un 3%.
Tras revisar la metodología empleada para obtener el IPC me sorprenden al menos dos inconsistencias teóricas importantes. La primera se refiere a que no considera el probable efecto sustitución que las variaciones de precios relativos introducen en la distribución del gasto y la segunda a que en el índice no está contemplado el impacto de la evolución técnica (por ejemplo, compara precios de ordenadores o coches sin analizar sus prestaciones).
La subida que a nivel nacional se ha producido en el precio de los
tangas puede que guarde relación con un exceso de demanda, y aunque le asigno una probabilidad reducida, quizás pueda ocasionar efectos interesantes en el consumo de
patatas y sus preparados (el incremento en el precio de un bien de lujo -tangas- desplaza su consumo para compensar el encarecimiento de un bien de primera necesidad -patatas-). Soy consciente de que mi capacidad para comprender los condicionantes del comportamiento femenino es nula. Por eso recurro a vuestras experiencias como consumidoras para poder estimar la influencia de este cambio en un contexto en el que, además, los “Combustibles y lubricantes” parecen estar fuera de control.